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¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti, nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen, más la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre. Salmos 73:25
Aunque nuestra carne y corazón desfallezcan, contamos con el amor incondicional de Dios, con su poder, su misericordia que es infinita.