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A veces nos pasa que al sentirnos completamente confiados y amados por nuestro Padre Celestial, y conociendo que Él siendo Omnisciente, sabe todas las cosas, dejamos de pedirle en oración por nuestras necesidades, por aquello que nos preocupa, que nos tiene descontentos o sencillamente por nuestros anhelos. Y resulta que va pasando el tiempo y empezamos a notar que las cosas se estancan y no avanzan, hecho que es completamente lógico, pues si bien Dios todo lo sabe, su mandato y su anhelo es que como hijos amados nos acerquemos cada día ante su trono de gracia y le encomendemos toda situación.